En «Las hijas del Capitán», María Dueñas ha querido homenajear a todas esas personas que abandonaron sus lugares de nacimiento en busca de una nueva vida.
Sumando las cifras oficiales con las de la emigración clandestina, en las primeras décadas del siglo XX más de cuatro millones de personas abandonaron España. En su mayoría se trató de obreros y campesinos, gente con escasa cualificación profesional dispuesta a convertirse en mano de obra pura y dura allá donde pudieran ser contratados. Las razones fueron múltiples: huir de la miseria y la falta de oportunidades, del servicio militar obligatorio (de tres a seis años), de la crisis del campo y de la escasa modernización del país. Aunque los principales destinos fueron países de América Latina, hubo también un amplio número que se decantó por Estados Unidos, esparciéndose por distintos estados y quedándose también en Nueva York. En los años 30, se calcula que residían en la ciudad alrededor de 30.000 españoles. La mayoría de ellos se empleaban como estibadores, camareros, lavaplatos, fogoneros, albañiles, tabaqueros, cocineros, porteros de edificios, obreros industriales, paleadores de carbón… Siempre eran valorados por sus empleadores como trabajadores sólidos y responsables. Fieles a su esencia obrera, fueron férreos defensores de la República y durante la Guerra Civil se movilizaron muy activamente en su favor. Casi todos pertenecieron a asociaciones regionales y fueron también miembros de alguna de las grandes sociedades transversales de socorros mutuos (Unión Benéfica Española, Centro Hispano/Casa de España y La Nacional), entidades que con el tiempo acabaron convergiendo en una única que aún pervive en la calle Catorce y que tiene su papel en la novela: la Sociedad Española de Beneficencia–La Nacional.
En Las hijas del Capitán, María Dueñas ha querido homenajear a todas esas personas que abandonaron sus lugares de nacimiento en busca de nuevas oportunidades y una vida mejor.
Vuelve María Dueñas con una historia inolvidable.
Tres hermanas, dos mundos, una ciudad.
